Seguimos de aniversarios… El día 26 de julio de 1958 los barruelanos Jesus Solana Montealvaro, Abilio Rodriguez Presa y Luis Angel Solana, colocaban en la cumbre de Curavacas la primera cruz y la que hoy en día todavía permanece y se considera la «tradicional» en Curavacas. Para los montañeros de Barruelo es la «Cruz de Solana» y para el resto, la «Cruz de los barruelanos».
De la colocación de la Cruz en la cumbre ya escribí un artículo en esta misma web hace unos meses [La Cruz de los barruelanos en Curavacas] en la que doy pormenores de lo acontecido hace 60 años, pero lo importante es que este año se celebraba ese aniversario, así que animé a los amigos del Club La Escalerilla a organizar algún acto en recuerdo de aquella «gesta» en la que los tres protagonistas caminaron desde Barruelo con la cruz, punteros, herramientas, cemento… hasta la cumbre de Curavacas.
El 28 de julio puse una proyección en Barruelo en la que comenté la historia de los objetos que hay y ha habido a lo largo de la historia en la cima y laderas de Curavacas, Cruces, buzones, Vírgenes, vértices geodésicos… y al día siguiente, domingo 29 (sesenta años y tres días después de su colocación) un nutrido grupo de montañeros, principalmente barruelanos, ascendíamos Curavacas con la intención de rememorar la colocación de la Cruz y aprovechar para «adecentar» un poquito la cumbre.
Se restauró la cruz colocándola de nuevo el buzón que desapareció alrededor de 1998, se limpió y pintó de negro, se colocó más o menos bien para que no estorbe el vértice geodésico caído y tras un buen rato de picar entre varios voluntarios se quitó la peana de la ya desaparecida Virgen de las Nieves. En la actualidad esta peana ya no conservava ni el primitivo buzón y no deja de ser una chapa con un pegote feo de cemento en la cumbre.
Recuerdo que cuando se colocó esa última Virgen de las Nieves, fui el encargado de portear hasta la cima dicha peana con su correspondiente trípode de acero, así que unos cuantos años después, bajo de la cima lo que antaño subí. Una vez en Palencia se la entregué a Ezequiel, la persona que la fabricó en su día para que la guarde como recuerdo.
La espina que me queda clavada es el que no pudiera acudir a los actos del aniversario Luis Angel Solana, verdadero protagonista de esta historia.