El artículo que transcribo a continuación, se publicó en el número 300 de la revista Desnivel. En él, su autor Miguel Riera ironiza con muchísimo humor sobre el presente de la escalada.
Miguel Riera es un irreverente divulgador, mentor de las zonas mallorquinas y profeta del psicobloc. Es también autor de guías de escalada, bloque y psicobloc de la isla y el mas ácido colaborador de la revista Escalar.
A mi solo se me ocurre añadir una frase que escuché hace tiempo:
«Soy tan viejo que recuerdo un tiempo en el que el sexo era seguro y la montaña peligrosa»
La montaña ya no es lo que era.
Recogida de firmas para una montaña sostenible.
Hace treinta años solo existía un lugar donde escalar, la montaña, por eso éramos montañeros, porque íbamos a las montañas a subirlas ¡con orgullo! Hoy en día en cambio se escala en todas partes: en los bloquecillos, en las playas, en los polideportivos, en la plaza del pueblo, en los garajes y debajo de los puentes. Los practicantes ya no son montañeros sino deportivistas, bloqueros, psicobloqueros, clásicos, la cosa esa… ¿Cómo se llama?… ¡Ah sí!, drytontoolingüistas, himalayistas, andinistas, alpinistas, pirineistas, penibetistas, colserolistas, tibidaboistas… Un asco.
Hace treinta años solo había una manera de escalar, empezando desde abajo y acabando arriba del todo, y si se tenían que clavar mas alcayatas que en el museo del Prado, pues se clavaban y santas pascuas. Y si te caías pues te jodías y te morías pero ¡con orgullo! En cambio ahora la escalada es un “coñazo”; no es solo que si te caes no te matas, sino que si te caes lo vuelves a probar aun con más ganas. Esa es la clave de la degradación a la que ha llegado nuestro deporte. Antes, sino te matabas, al menos te rompías la crisma y se te iban de golpe las ganas de volver a escalar nunca mas; eso era lo que mantenía la armonía en el ecosistema, eso, que a día de hoy a dejado de ser así y ha provocado que las zonas de escalada se hayan masificado. Y no solo por esto, también nuestro deporte se ha llenado de viejos y de niños, que escalan mejor que yo.
En definitiva, hace treinta años el ambiente era solitario, puro y sano. En cambio a día de hoy las zonas de escalada se han degradado y no es extraño tener que humillarte mendigando un top-rope a un cincuentón o un mocoso impúber (1).
Propongo una recogida de firmas para aprobar:
– Eutanasia obligatoria a todos los viejos que sean capaces de hacer mas de IV-
– Aborto hasta los 120 meses de gestación a las madres parideras de octavogradistas.
(1) No he escrito “mocoso impúber” por pedantería, es que no quería que el artículo resultase ofensivo y es la única expresión culta que se me ocurría para sustituir a “niñato hijoputa”.